Comunidades de Aprendizaje para las Agroecologías  Experiencias desde colectividades, escuelas campesinas, redes, asociaciones civiles e instituciones educativas 

Comunidades de Aprendizaje para las Agroecologías: Experiencias desde colectividades, escuelas campesinas, redes, asociaciones civiles e instituciones educativas, coordinado por Juan Camilo Fontalvo-Buelvas, es una obra que emerge como un aporte fundamental en los debates contemporáneos sobre la intersección entre educación, territorio y prácticas agroecológicas. Este libro no solo recoge experiencias concretas de aprendizaje colectivo, sino que propone una profunda reflexión sobre cómo la agroecología se constituye en una apuesta pedagógica, cultural, política y ética para reconfigurar las relaciones humanas con sus semejantes, la tierra y la alimentación.

Desde sus primeras páginas, el texto establece claramente su propósito: presentar la agroecología no como una mera técnica agronómica, sino como un proceso de construcción colectiva del conocimiento que recupera saberes ancestrales y populares. Lejos de presentar recetas simplistas, el libro propone un enfoque que resuena profundamente con la "pedagogía del territorio", entendiendo que "no hay escuelas ni docentes ni proyectos curriculares ni estudiantes, sino un territorio como localización, sostén y, sobre todo, como sentido de nuestras acciones". Este enfoque permite visibilizar cómo los procesos educativos se tejen en los espacios cotidianos de resistencia y construcción colectiva.

Una de las virtudes principales del libro es su estructura que integra diez experiencias concretas provenientes principalmente de México, con una notable excepción colombiana. Cada capítulo funciona como una ventana hacia realidades donde el aprendizaje significativo se produce en la praxis, desde el diálogo de saberes y el vínculo con el territorio. Desde Casa de los Cirios en el semidesierto de Tecate hasta el Centro Escolar Las Cañadas en el bosque de niebla veracruzano, estas narrativas vivas demuestran cómo "el único aprendizaje significativo es el que se construye entre todos", tal como señalan las perspectivas más avanzadas de la pedagogía social y comunitaria.

El texto también destaca por su enfoque crítico hacia los sistemas alimentarios globalizados y los modelos educativos hegemónicos. Muestra cómo las comunidades de aprendizaje agroecológicas constituyen "una piedra que permite sostener territorios de pertenencia para todos los sujetos que constituyen una comunidad", ofreciendo alternativas reales a las lógicas extractivistas y tecnocráticas que han dominado los sistemas de desarrollo impuestos. Este enfoque contrasta con los modelos tradicionales de educación centrados en el éxito individual, promoviendo en su lugar una visión comunitaria donde "la educación comunitaria debe ser entendida como una alternativa frente al modelo económico, social y político para crear nuevos canales de comunicación, autonomía, desarrollo, justicia y respeto".

Otro punto importante es la atención al proceso de construcción colectiva de conocimiento. El libro analiza cómo las comunidades de aprendizaje agroecológicas no solo enseñan prácticas agrícolas, sino que también fomentan "la acumulación de aprendizaje colectivo en prácticas sociales, en comunidades de práctica que definen el conocimiento como un acto de participación", tal como señala Wenger. Estas reflexiones refuerzan la idea de que la verdadera transformación no se limita a la adopción de técnicas, sino que implica la reconfiguración radical de las relaciones sociales, económicas y ecológicas.

El libro también aborda con sensibilidad las tensiones entre lo local y lo global en los procesos agroecológicos. Analiza cómo los huertos urbanos de Xalapa o el Colectivo Agroecológico Teocintle en Jalisco están "resignificando lo rural en lo urbano, con potencial para transformar los sistemas alimentarios de la ciudad". Esta perspectiva refuerza la idea de que la agroecología no es solo un conjunto de prácticas, sino un movimiento social que busca "reivindicar el conocimiento y pensamiento de los históricamente marginados en procura de que las voces del bosque, del río, del cerro, de los animales y de la humanidad se escuchen con contundencia epistémica".

En cuanto al estilo, el lenguaje utilizado es accesible y directo, evitando tecnicismos innecesarios sin perder profundidad conceptual. Las experiencias narradas ofrecen tanto reflexiones teóricas como ejemplos prácticos que facilitan la comprensión y aplicación de los conceptos en contextos diversos. Esta característica hace de la obra una herramienta especialmente útil para educadores, agricultores, investigadores y activistas interesados en fortalecer procesos de agroecología desde sus comunidades.

En conjunto, Comunidades de Aprendizaje para las Agroecologías cumple sobradamente su cometido: ofrece una mirada integral y contextualizada sobre cómo las comunidades pueden construir alternativas agroecológicas desde una perspectiva pedagógica y comunitaria. Por su enfoque decolonial, su compromiso con la justicia social y su visión crítica del poder en la construcción de lo común, esta obra se convierte en una lectura indispensable para quienes buscan construir alternativas reales a los modelos agrícolas hegemónicos. Una contribución valiosa para imaginar y construir mundos donde quepan muchos mundos, donde la agroecología no sea solo una forma de cultivar, sino un camino para la construcción de una vida digna para todas las personas y la Madre Tierra.